Os dejo aqui la presentación de mi próximo libro. Si si…por fin ¡¡¡va a salir a la luz!!!! (aunque faltan unos meses para ello)
Bueno cuando me veáis estresado, despeinado, con barba de semanas, ojeras, dibujando en cualquier cacho de papel que se me ponga a mano, o escribiendo tras una pila de libros…ya sabeis que estoy haciendo 😉
A continuación el extracto de un artículo que publique en la revista nacional de educación física Nº117 donde hice una pequeña introducción a todo este «sistema de enseñanza» que estoy montando:
«Sobre el aprendizaje lúdico, el dejar hacer, los sistemas de enseñanza no directivos, etc. mucho se ha escrito pero poco se ha hecho.
Este fue mi principal problema cuando me enfrenté a mis primeras clases de Judo en un contexto escolar. Existen bastantes libros de teoría de la enseñanza, incluso hay alguno dedicado a la teoría de la enseñanza del Judo. Pero lo práctico, lo aplicable, lo concreto…mas bien poco.
Entonces sentí como profesor que me faltaba algo. Tenía un aporte teórico relativamente profundo y un año en un INEF de Francia me había abierto las puertas a documentación y sistemas allí empleados. Sin embargo, no era suficiente, me faltaba algo…. algo tangible, algo que pudiese aplicar y no solo teorías en el aire sin un hilo conductor que las organizase.
Esa idea de hilo conductor fue la clave.

la primera página del comic pedagógico de judo
Veía a los niños con álbumes de cromos de Pokemon, de los que conocían sus complicadísimos nombres en japonés y sus estrategias de combate. Pero después de 3 ó 4 años haciendo Judo, les preguntabas sobre su deporte y conocían unos 6 nombres y con errores, a demás de claramente no comprender cuales serían las mejores estrategias de combate ante diferentes adversarios (y de táctica ya ni hablemos con el entrenamiento técnico automatizado que tenían ).
Entonces me recordé a mi mismo de niño, jugando con mi hermano y mis primos a Dragon Ball o los Caballeros del Zodíaco. Donde cada uno escogía un personaje (yo tenía predilección por los malos como Picollo) y pasábamos tardes enteras lanzando hondas vitales, regenerando brazos y paseando con nubes, para luego rematarlo con un Street Fighter ¡¡Haaayuuukenn!!
Ahora ya un poco mas mayorcito, me pregunté: – ¿Y porqué no, en vez de pasear por las nubes y lanzar rayos de energía, no jugábamos a realizar técnicas reales de Judo o de Kárate? Pues porque no había héroes que hiciesen técnicas reales.
¡Manos a la obra! Me imaginé a mi mismo como niño, tarea que he de reconocer como sencilla, y pensé en lo que me hubiese alucinado poder realmente tener los poderes y las técnicas de mis héroes de infancia. Ahora como adulto era posible crear esos héroes.
Así fue como empecé a crear el modelaje de los personajes, las historias y situaciones necesarias. Ahora sería como Naruto, Noritaka o Samurai Champloo, realizando misiones, sorteando los problemas de la escuela y jugando con técnicas ¡de verdad!
Lo primero que se me pasó por la cabeza fue ¿No le interesa a un niño mas una técnica mágica precisamente por ese componente imaginativo y fantástico? ¿Le podría interesar un aventurero que hiciese técnicas reales?
La respuesta fue casi automática al meterme en el papel del niño, ¿y quién demonios quiere lanzar rayos imaginarios si puede tener SUPERPODERES REALES? Y ciertamente muchas técnicas de artes marciales bien ejecutadas son tan sorprendentes que parecen mágicas! (muchas veces en clase los alumnos dudan de una técnica y me preguntan ¿pero eso…de verdad que funciona?…y cuando se la muestras se quedan como en shock al ver su increíble efectividad).
No quería solo contar una historia, quería que los contenidos estuviesen implícitos en el cómic. No quería un aburrido personaje que nos contase lo que ya me puede contar un profesor, no por dios, quería algo más elaborado, algo que estuviese ahí, como escondido, esperando a ser descubierto o que el profesor lo mencionase en clase. Quería contenidos transversales, procedimentales, actitudinales, quería esa ¡interdisciplinariedad! que tan bonita queda en los libros de teoría. No buscaba una demostración técnica, buscaba un contexto, buscaba geografía, historia, física…
Así poco a poco germinó la idea de hacer un cómic con historias que motivasen a los niños y los guiasen en su aprendizaje. Un cómic que sirviese de apoyo al profesor de Judo (nunca me ha gustado la palabra monitor).
Pero hacía falta mucho tiempo y dinero para sentarse a escribir esas ideas y dibujar. Propuse la idea al ministerio de juventud y deportes francés a través de un proyecto en el que trabajaba en Alemania como voluntario europeo. La idea gustó y me dieron un dinero con el que podía sentarme a organizar todas esas ideas.
Y surgió mi primer niño… y no supe como llamarlo ¿cómic?¿cuento motor? ¿libro de exámenes ? ¿lista de vocabulario? ¿Manual de judo? Y entonces supe que lo había conseguido, había creado algo sin nombre, algo que no existía ¡Eureka! ¡Por fin todas esas ideas en el aire habían cogido forma!
Este “todo en uno” esta mezcla de lo teórico y lo práctico es lo que presento aquí, las primeras páginas del primer número de “Judo no Yojimbo”
Otra forma de enseñar…basada en la realidad ¿no?»